
Fue en Carnaval. Mi padre, que es pescador, iba
disfrazado de Capitán, y conoció a una Sirena. Todos llevaban audaces
disfraces, pero la Sirena
fue la más aplaudida por su rara belleza y su hipnótico canto. Y se enamoraron.
El último día, la Sirena
pidió a las deidades marinas ser completamente humana. Y decidieron vivir
juntos. Cuando nací yo, Ondina, la felicidad parecía completa. Pero mi madre no
soportó la nostalgia del mar, y un día de viento y tormenta, el agua se la
llevó. Desde entonces la permiten volver una semana al año; si estuviera más,
moriría.
Por eso mis padres viven intensamente la semana de
Carnaval... como si no amaneciera nunca.
Desde niña, por las noches, oigo una bella canción que me
habla del mar. Me arropa y mece en las largas noches de insomnio y pesadillas.
Cuento seleccionado del blog Adelamicro que junta textos de enfermos de Ela (Esclerosis Lateral Amiotròfica). Para participar de la selecciòn reservada a los afectados por la Ela ver la convocatoria.
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